martes, 1 de diciembre de 2015

¿Por qué solemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy?

PROCRASTINACIÓN y EFECTO ZEIGARNIK



¿Vaya palabrita verdad? En primer lugar vamos a ver su definición: La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Dicho así la tendencia natural al oír esta complicada palabra a la hora de pronunciarla es a sustituirla por otra más simple. A mi se me ocurre algo así como vaguería o la acción de se vago, o la de holgazanería, que tampoco es fácil de pronuncia. Pero cuando investigo, estas dos últimas palabras se me quedan pequeñas y no describen bien lo que la procrastinación tiene la aspiración de representar. 

No hacer lo que uno tiene que hacer, no es solo un tema de gente vaga u holgazana, ya que afecta especialmente a personas muy perfeccionistas e incluso a personas que describiríamos como trabajadoras y cumplidoras. Sin embargo algo les falla y vamos a ver por qué.



En estas épocas del año, solemos hacer buenos propósitos para el año entrante y solemos también no cumplirlos en su mayoría. Una de las causas las podemos encontrar en lo que se conoce como Efecto Zeigarnik, propuesto en 1927  por la psicóloga Bluma Zeigarnik que descubrió mientras observaba cómo un camarero era capaz de recordar fácilmente una larga lista de pedidos pendientes, y sin embargo, olvidaba inmediatamente lo que había servido una vez que se había cerrado la cuenta.
Para realizar el citado estudio cogió un grupo de personas que debían efectuar una serie de tareas sucesivas (entre 18 a 21 tareas entre las que había crucigramas, resolver enigmans, problemas matemáticos, tareas manuales,...). La mitad de las tareas se interrumpieron por parte de los experimentadores antes de que los individuos pudieran finalizarlas. Eran precisamente las tareas interrumpidas las que los sujetos recordaban con más fuerza y claridad. Las tareas acabadas se perdían a menudo sin dejar huella en la memoria. También pasaba lo mismo con las tareas estructuradas (con un orden que una cosa lleva a la otra) y las inespecíficas o no estructuradas. 
Este efecto se basa en las motivaciones de terminación.


Según el Efecto Zeigarnik, el 24% de la población es procrastinadora crónica, es decir, que postergan lo que tienen que hacer, no por holgazanería sino por razones bien concretas entre las que podemos encontrar: el miedo al fracaso, una personalidad perfeccionista, poco autocontrol, percibir los proyectos de forma monolítica sin etapas intermedias, pensar que la vida es corta para perder el tiempo con cosas complejas o no saber estimar bien el tiempo de lo que las subtareas pueden llevarnos.

Esta es una de las causas más importantes para no ponernos en marcha con lo que debemos hacer. Hay un pequeño truco para superarlo que además están utilizando algunas aplicaciones tecnológicas como Duolingo para aprender por ejemplo idiomas: trabajar sólo unos minutos!!!! Se ha comprobado que si dividimos una gran tarea (aprender un idioma) en pequeñas rodajas de tiempo, donde vamos repitiendo lo aprendido y aprendiendo alguna cosa nueva, el progreso es mucho mayos que dedicando, digamos, dos horas y media, dos días a la semana. 

Por lo tanto, es muy interesante que cojamos nuestros planes o propósitos y los dividamos en elementos más pequeños más fáciles de cumplir. Otra técnica es la de que siempre tengamos pendiente seguir adelante con algo nuevo relacionado con lo que estamos haciendo. ¿Les suena el famoso To Be Continued... de las series?

Pero no solo el Efecto Zeigarnik afecta al no cumplimiento de lo que queremos. También algunos otros efectos de los que podemos hablar otro día son interesantes. Entre ellos están el Efecto Foco, por el cual pensamos que los impactos negativos son mayores y más importantes de lo que son en la realidad y maximizamos la importancia de los pequeños fracasos a la hora de ir a por nuestro futuro. También está el Efecto de Grupo, que produce bloqueos de toma de decisiones cuando estamos en grupo, dejando a otros que decidan por nosotros. Finalmente está el mito de la Visualización, que nos lleva a creer que visualizando un propósito es suficiente para que se cumpla, mientras que lo que sucede en realidad es que al visualizarlo sin hacer nada más, ya obtenemos una satisfacción que hace que nos baje la motivación de alcanzar el objetivo final.


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