jueves, 10 de diciembre de 2015

Emociones en la Empresa

¿Por qué un equipo con emociones positivas es más productivo?


       En mis treinta años de experiencia empresarial he manejado equipos pequeños y grandes, en micropymes y en multinacionales, sometidos a un estrés impresionante o viviendo en momentos empresariales dulces. Durante todos estos años, he constatado y he desarrollado una teoría: "Los equipos emocionalmente más sanos, son más productivos". Cuando le digo esto mismo a mis amigos o en una de las conferencias que doy, todo el mundo asiente con la cabeza.

       Sin embargo, no existen estudios científicos de rigor que lo avalen. Es, por ahora, tan solo una preciosa teoría. Lo primero que debemos hacer es definir qué es eso de "emociones sanas" o como a mi me gusta más definirlas "emociones de calidad". No se si el lector se ha dado cuenta de que el ser humano durante su evolución no ha necesitado, hasta ahora, un lenguaje sofisticado para definir, catalogar, matizar y describir las emociones. Somos tan perfectos a la hora de interpretarlas, de ver esas emociones reflejadas en la cara, en los ojos o en el movimiento de la cabeza o de las manos, que no hemos necesitado desarrollar ese leguaje. Con un simple vistazo reconocemos un enfado, la ira, la tristeza o cualquier otra emoción.

       Pero es tal la sofisticación a la que está llegando el ser humano en los días actuales que andamos todos en busca de poder entender las emociones que nos inundan o que los que nos rodean sienten. Estamos en los albores del desarrollo de una serie de nuevas disciplinas que beben de las antiguas fuentes de la motivación, del clima empresarial o del actual engagement. Todo son caras del mismo poliedro, complejo, irregular y esquivo.

       La antigua escuela de management insistía que una cierta cantidad de estrés es beuna para el rendimiento. Esto es lo que el endocrino Hans Seyle definió como EUSTRÉS (ya que el prefijo "eu" en griego significa bueno. Si el estrés se sigue incrementando, llega un punto en el cual el rendimiento empieza a bajar y se transforma en DISTRÉS (o estrés malo). Claro, el truco evidente es "apretar" al empleado hasta que esté en su rendimiento máximo, pero sin pasarse. esto es lo que demostraron Yerkes-Dodson en su modelo famoso cuya ilustración de puede ver abajo.


       Si esto fuese tan sencillo, con todos los años que llevamos gestionando empresas desde la revolución industrial, e incluso antes, ya le tendríamos pillado el truco a "cuánto hay que apretar". evidentemente la cosa es algo más complicada. Pero, hagámonos algunas preguntas para ver el contorno del problema:

1.- ¿Se puede apretar durante mucho tiempo de la misma forma aunque sea un poco?
2.- ¿Tienen todos los trabajadores el mismo umbral de distrés?
3.- ¿Por qué los más productivos son los que no es necesario apretarles porque no les hace falta?
4.- ¿Debemos utilizar las mismas técnicas de estrés bueno o las debemos cambiar cada cierto tiempo?

       Parece que las respuestas no dejan dudas acerca de que no estamos en el buen camino. es por ello, que voy a iniciar un nuevo proyecto, llamado The Emotional Toolkit, que va a servir para medir lo que hemos denominado el "Índice de Calidad Emocional" de un equipo, una empresa o una corporación, y relacionarlo con los resultados obtenidos.

       Tres son los vectores que nos parecen relevantes para identificar la calidad de las emociones:
1.- ¿Qué es lo que pasa cuando la pelota cae en el terreno entre dos trabajadores, o equipos?
2.- ¿Que sentimiento es el que tienen los componentes de un equipo cuando se levantan para ir a trabajar?
3.- ¿Cómo se celebran los logros y cómo se superan los reveses?

       Las respuestas a estas preguntas parecen definir la diferencia que hay entre los grupos emocionalmente sanos y productivos, de los que no. 

       Os invito a reflexionar sobre lo que os pasa alrededor, en vuestras empresas, y a vosotros mismos. Prestad atención a cómo camina la gente en vuestras empresas, si os recuerdan más a un piloto de avión de los años 70 caminando por el aeropuerto, o más bien a un minero de regreso al confort de su hogar. Descubriréis de una forma muy sutil dónde está el fondo de las emociones, y cómo se conectan con los resultados en el trabajo.

      Para que os sirva de base en la reflexión os diré cual es la diferencia entre lo típico de una encuesta que describa el clima laboral y una encuesta de evalúe la calidad emocional. En una encuesta de clima laboral, con frecuencia, saldrá que el empleado dice que en la empresa no se comunica bien, que no hay buena comunicación. Se pondrán en marcha planes para remediarlo, se multiplicaran los actos y acciones comunicativas y al cabo de un año, al repetir la encuesta, saldrá exactamente la misma deficiencia. Sin embargo en la encuesta de calidad emocional, lo que saldrá es que el empleado no se siente escuchado, que la empresa no lo tiene en cuenta y que siente que su opinión no sirve de nada. Es evidente que el matiz es determinante a la hora de poner acciones correctoras en marcha.





No hay comentarios:

Publicar un comentario