jueves, 9 de marzo de 2017

Manifiesto de los Derechos Emocionales en la Empresa


Manifiesto de los Derechos Emocionales en la Empresa


¿Por qué tengo que ocultar mis emociones en el mundo corporativo? ¿Cuál es la razón por la que existen tantas dificultades para que la gente emocionalmente sana triunfe en la empresa?

Quiero, desde aquí, reivindicar el poder de las emociones para conseguir una empresa más sana, más fuerte, más sostenible, entregada y amable.

Quiero, desde este minúsculo atrio, diseminar la semilla que contiene la emoción más pura y sana, para que germine en el corazón de la empresa, y de esta forma hacerla más grande y poderosa.

Por ello, reclamo el derecho a experimentar mis emociones en las reuniones, a expresar con suma delicadeza mis vivencias, mis miedos, mis anhelos y mis decepciones, para que en el caso mejor yo pueda ayudar a un compañero, para que, en el peor de los casos, alguien me pueda ayudar a mi.

Quiero también, reclamar el derecho a que se me lidere teniendo en cuenta mis emociones y a que me dejen liderar con ellas.

Deseo con fuerza, que todas las emociones tóxicas se queden sin oxígeno para que no puedan seguir creciendo, y que los miedos al cambio, a la transformación, se transmuten en esperanza y sana excitación del nuevo mundo que se está a punto de descubrir.

Exhorto a los responsables de gestionar a las personas a que sean permeables a la gestión con emoción, a los gritos y gestos de los jóvenes que se incorporan a la empresa, y a las dudas y los temores de los que llegan lentamente al final de su carrera.

Recuerdo el deber de los dirigentes de las empresas a gestionar a los empleados con las mejores emociones, a comprender cómo unas emociones sanas equivalen a una mayor productividad y a unos resultados más sostenibles en el tiempo.

Para terminar, reclamo el derecho de cualquier trabajador, mando intermedio o directivo, a que sus emociones sean tenidas en cuenta, valoradas y aprovechadas en pos de una empresa mejor en un mundo mejor.