lunes, 21 de diciembre de 2015

Cuando no se encuentran motivos para seguir vivo

EL SUICIDIO NO SOLO ES TU FINAL

     

La semana pasada estuve en el Consejo de Patronos de la Fundación Eduardo Punset, de la que soy Patrono Fundador. Comentábamos los alentadores resultados de una de las iniciativas que nos hacen sentir más orgullosos, APOL (Apoyo Online: https://apolpunset.fundacionmapfre.org ), donde se responde a preguntas de los seguidores que no encuentran sentido a su vida, con problemas de ansiedad e incluso al borde del suicidio. De hecho la iniciativa surgió como consecuencia de que personas que seguían a Eduardo en Facebook se ponían en contacto con nosotros para comunicarnos su intención de quitarse la vida. Un equipo de profesionales del campo de la psiquiatría y la psicología, empezaron a trabajar para echar una mano a las personas que necesitaban esta ayuda y el éxito no se hizo esperar. Cientos de miles de personas están viéndose beneficiadas por este servicio de la Fundación Eduardo Punset.


En la reunión, Rafael Bisquerra Alzina, catedrático de Orientación Psicopedagógica en la Universidad de Barcelona (UB) y director de masters y postgrados en dicha Universidad, así como patrono de la Fundación, me comentó que tan solo en Cataluña había 500 suicidios cada año. Tuve que preguntarlo de nuevo para estar seguro de que el número que había oído era el correcto. Me imaginé todas esas personas juntas, en un cine y me las imaginé muertas. Un estremecimiento sin igual recorrió mi cuerpo.





     


Cuando llegué a Madrid empecé a investigar sobre el tema y descubrí dos datos tremendos: En el 2006 (último año consultable en el INE en linea) el número de suicidios totales era de 2.017, y que la última que he podido consultar, la de 2013, es de 3.870 personas (un 22% más que en 2010 que fallecieron por esta causa 2.158). Tengo que reconocer que durante unos minutos permanecí en estado de shock. Nadie habla de esto y resulta que estamos en la cifra de suicidios más alta de los últimos 25 años, siendo en la actualidad la primera causa de muerte no natural, muy por delante de los accidentes de tráfico (que son la mitad de los suicidios) y a los que dedicamos tanta publicidad y recursos. Aprendí más cosas, como por ejemplo que mueren tres veces más hombres que mujeres y que esta relación permanece más o menos constante, y que el mes de junio es el peor. Así mismo, la forma de ejecución más común era, por este orden, el ahogamiento, el salto al vacío y en envenenamiento con fármacos. Lo tuve que pensar otra vez: 2.911 hombres y 959 mujeres murieron durante el 2013 debido a que decidieron quitarse la vida. Ya no me cabían en un cine. Terrible.

Seguí investigando y me enteré de que las mujeres piensan más en el suicidio que los hombres pero dado que son más dadas a hablar y pedir ayuda, solo una de cada cuatro que lo piensa lo lleva a cabo, de ahí que la cifra de hombre triplique a la de mujeres que acaban suicidándose. Luego, si todo esto es así, ¿por qué no sabemos nada de todo esto?. Es más que evidente que los medios de comunicación silencian estos temas. Una de las posibles causas que me apuntan los expertos es para evitar el efecto contagio. Es absolutamente contradictorio, ya que parece que si se habla de ello, como hacen más las mujeres cuando tienen estos pensamientos, se puede evitar la ejecución final. Luego si informáramos, no de manera sensacionalista sino de forma rigurosa y entrando en el fondo del asunto, se podría evitar en gran medida esta masacre silenciosa.

Además, los efectos del suicidio son amplios y profundos, dejando huellas imborrables en las personas que lo han intentado y en las familias de éstas, donde el sentimiento de culpa puede así mismo causar profundas depresiones, infelicidad crónica y nuevos episodios suicidas. Las familias y las personas allegadas a los suicidas suelen quedar muy tocadas después de un episodio de este tipo, siendo por tanto los efectos de un suicidio realmente devastadores. Siempre les queda la duda de si hubieran podido hacer alguna cosa más. Es muy importante saber que el 95% de las personas que se suicidan, de una forma u otra, suelen pedir ayuda, luego la escucha activa y evitar la soledad de estos individuos es vital para atacar frontalmente el problema.

Hay muchas causas para querer quitarse la vida, y son tan extensas y complejas que no voy a entrar en ellas, porque es más importante saber que, en realidad, el suicida no quiere morir. El problema reside en que no ve salida, no encuentra la solución a sus problemas, revelándose como un terreno común el no encontrarle sentido a la vida. Es por tanto muy importante generar espacios donde estas personas puedan encontrar respuestas a sus preguntas, donde se sientan escuchados, donde se les pueda orientar, donde se les pueda dotar de una nueva carga de valores esenciales y donde se les pueda enseñar el verdadero sentido de este regalo extraordinario que es la vida.

Cada día en nuestro país, 200 personas piensan en quitarse la vida. De nuestras iniciativas, de la forma en que gestionemos este drama dependerá cuantas de ellas lo lleven a cabo. Por ello, dentro de mi iniciativa The Emocional Toolkit, voy a poner en marcha un proyecto nuevo que he llamado mejorae y que consistirá en una plataforma online que ponga de forma gratuita e inmediata a estas personas en contacto con profesionales cualificados que puedan ayudarlo. Lo cederé de forma totalmente gratuita a la Fundación Eduardo Punset para su uso. Cualquier profesional que quiera colaborar con esta iniciativa puede ponerse en contacto conmigo para ver como podemos, entre todos, poner freno a esta lacra.










    jueves, 10 de diciembre de 2015

    Emociones en la Empresa

    ¿Por qué un equipo con emociones positivas es más productivo?


           En mis treinta años de experiencia empresarial he manejado equipos pequeños y grandes, en micropymes y en multinacionales, sometidos a un estrés impresionante o viviendo en momentos empresariales dulces. Durante todos estos años, he constatado y he desarrollado una teoría: "Los equipos emocionalmente más sanos, son más productivos". Cuando le digo esto mismo a mis amigos o en una de las conferencias que doy, todo el mundo asiente con la cabeza.

           Sin embargo, no existen estudios científicos de rigor que lo avalen. Es, por ahora, tan solo una preciosa teoría. Lo primero que debemos hacer es definir qué es eso de "emociones sanas" o como a mi me gusta más definirlas "emociones de calidad". No se si el lector se ha dado cuenta de que el ser humano durante su evolución no ha necesitado, hasta ahora, un lenguaje sofisticado para definir, catalogar, matizar y describir las emociones. Somos tan perfectos a la hora de interpretarlas, de ver esas emociones reflejadas en la cara, en los ojos o en el movimiento de la cabeza o de las manos, que no hemos necesitado desarrollar ese leguaje. Con un simple vistazo reconocemos un enfado, la ira, la tristeza o cualquier otra emoción.

           Pero es tal la sofisticación a la que está llegando el ser humano en los días actuales que andamos todos en busca de poder entender las emociones que nos inundan o que los que nos rodean sienten. Estamos en los albores del desarrollo de una serie de nuevas disciplinas que beben de las antiguas fuentes de la motivación, del clima empresarial o del actual engagement. Todo son caras del mismo poliedro, complejo, irregular y esquivo.

           La antigua escuela de management insistía que una cierta cantidad de estrés es beuna para el rendimiento. Esto es lo que el endocrino Hans Seyle definió como EUSTRÉS (ya que el prefijo "eu" en griego significa bueno. Si el estrés se sigue incrementando, llega un punto en el cual el rendimiento empieza a bajar y se transforma en DISTRÉS (o estrés malo). Claro, el truco evidente es "apretar" al empleado hasta que esté en su rendimiento máximo, pero sin pasarse. esto es lo que demostraron Yerkes-Dodson en su modelo famoso cuya ilustración de puede ver abajo.


           Si esto fuese tan sencillo, con todos los años que llevamos gestionando empresas desde la revolución industrial, e incluso antes, ya le tendríamos pillado el truco a "cuánto hay que apretar". evidentemente la cosa es algo más complicada. Pero, hagámonos algunas preguntas para ver el contorno del problema:

    1.- ¿Se puede apretar durante mucho tiempo de la misma forma aunque sea un poco?
    2.- ¿Tienen todos los trabajadores el mismo umbral de distrés?
    3.- ¿Por qué los más productivos son los que no es necesario apretarles porque no les hace falta?
    4.- ¿Debemos utilizar las mismas técnicas de estrés bueno o las debemos cambiar cada cierto tiempo?

           Parece que las respuestas no dejan dudas acerca de que no estamos en el buen camino. es por ello, que voy a iniciar un nuevo proyecto, llamado The Emotional Toolkit, que va a servir para medir lo que hemos denominado el "Índice de Calidad Emocional" de un equipo, una empresa o una corporación, y relacionarlo con los resultados obtenidos.

           Tres son los vectores que nos parecen relevantes para identificar la calidad de las emociones:
    1.- ¿Qué es lo que pasa cuando la pelota cae en el terreno entre dos trabajadores, o equipos?
    2.- ¿Que sentimiento es el que tienen los componentes de un equipo cuando se levantan para ir a trabajar?
    3.- ¿Cómo se celebran los logros y cómo se superan los reveses?

           Las respuestas a estas preguntas parecen definir la diferencia que hay entre los grupos emocionalmente sanos y productivos, de los que no. 

           Os invito a reflexionar sobre lo que os pasa alrededor, en vuestras empresas, y a vosotros mismos. Prestad atención a cómo camina la gente en vuestras empresas, si os recuerdan más a un piloto de avión de los años 70 caminando por el aeropuerto, o más bien a un minero de regreso al confort de su hogar. Descubriréis de una forma muy sutil dónde está el fondo de las emociones, y cómo se conectan con los resultados en el trabajo.

          Para que os sirva de base en la reflexión os diré cual es la diferencia entre lo típico de una encuesta que describa el clima laboral y una encuesta de evalúe la calidad emocional. En una encuesta de clima laboral, con frecuencia, saldrá que el empleado dice que en la empresa no se comunica bien, que no hay buena comunicación. Se pondrán en marcha planes para remediarlo, se multiplicaran los actos y acciones comunicativas y al cabo de un año, al repetir la encuesta, saldrá exactamente la misma deficiencia. Sin embargo en la encuesta de calidad emocional, lo que saldrá es que el empleado no se siente escuchado, que la empresa no lo tiene en cuenta y que siente que su opinión no sirve de nada. Es evidente que el matiz es determinante a la hora de poner acciones correctoras en marcha.





    martes, 1 de diciembre de 2015

    ¿Por qué solemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy?

    PROCRASTINACIÓN y EFECTO ZEIGARNIK



    ¿Vaya palabrita verdad? En primer lugar vamos a ver su definición: La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Dicho así la tendencia natural al oír esta complicada palabra a la hora de pronunciarla es a sustituirla por otra más simple. A mi se me ocurre algo así como vaguería o la acción de se vago, o la de holgazanería, que tampoco es fácil de pronuncia. Pero cuando investigo, estas dos últimas palabras se me quedan pequeñas y no describen bien lo que la procrastinación tiene la aspiración de representar. 

    No hacer lo que uno tiene que hacer, no es solo un tema de gente vaga u holgazana, ya que afecta especialmente a personas muy perfeccionistas e incluso a personas que describiríamos como trabajadoras y cumplidoras. Sin embargo algo les falla y vamos a ver por qué.



    En estas épocas del año, solemos hacer buenos propósitos para el año entrante y solemos también no cumplirlos en su mayoría. Una de las causas las podemos encontrar en lo que se conoce como Efecto Zeigarnik, propuesto en 1927  por la psicóloga Bluma Zeigarnik que descubrió mientras observaba cómo un camarero era capaz de recordar fácilmente una larga lista de pedidos pendientes, y sin embargo, olvidaba inmediatamente lo que había servido una vez que se había cerrado la cuenta.
    Para realizar el citado estudio cogió un grupo de personas que debían efectuar una serie de tareas sucesivas (entre 18 a 21 tareas entre las que había crucigramas, resolver enigmans, problemas matemáticos, tareas manuales,...). La mitad de las tareas se interrumpieron por parte de los experimentadores antes de que los individuos pudieran finalizarlas. Eran precisamente las tareas interrumpidas las que los sujetos recordaban con más fuerza y claridad. Las tareas acabadas se perdían a menudo sin dejar huella en la memoria. También pasaba lo mismo con las tareas estructuradas (con un orden que una cosa lleva a la otra) y las inespecíficas o no estructuradas. 
    Este efecto se basa en las motivaciones de terminación.


    Según el Efecto Zeigarnik, el 24% de la población es procrastinadora crónica, es decir, que postergan lo que tienen que hacer, no por holgazanería sino por razones bien concretas entre las que podemos encontrar: el miedo al fracaso, una personalidad perfeccionista, poco autocontrol, percibir los proyectos de forma monolítica sin etapas intermedias, pensar que la vida es corta para perder el tiempo con cosas complejas o no saber estimar bien el tiempo de lo que las subtareas pueden llevarnos.

    Esta es una de las causas más importantes para no ponernos en marcha con lo que debemos hacer. Hay un pequeño truco para superarlo que además están utilizando algunas aplicaciones tecnológicas como Duolingo para aprender por ejemplo idiomas: trabajar sólo unos minutos!!!! Se ha comprobado que si dividimos una gran tarea (aprender un idioma) en pequeñas rodajas de tiempo, donde vamos repitiendo lo aprendido y aprendiendo alguna cosa nueva, el progreso es mucho mayos que dedicando, digamos, dos horas y media, dos días a la semana. 

    Por lo tanto, es muy interesante que cojamos nuestros planes o propósitos y los dividamos en elementos más pequeños más fáciles de cumplir. Otra técnica es la de que siempre tengamos pendiente seguir adelante con algo nuevo relacionado con lo que estamos haciendo. ¿Les suena el famoso To Be Continued... de las series?

    Pero no solo el Efecto Zeigarnik afecta al no cumplimiento de lo que queremos. También algunos otros efectos de los que podemos hablar otro día son interesantes. Entre ellos están el Efecto Foco, por el cual pensamos que los impactos negativos son mayores y más importantes de lo que son en la realidad y maximizamos la importancia de los pequeños fracasos a la hora de ir a por nuestro futuro. También está el Efecto de Grupo, que produce bloqueos de toma de decisiones cuando estamos en grupo, dejando a otros que decidan por nosotros. Finalmente está el mito de la Visualización, que nos lleva a creer que visualizando un propósito es suficiente para que se cumpla, mientras que lo que sucede en realidad es que al visualizarlo sin hacer nada más, ya obtenemos una satisfacción que hace que nos baje la motivación de alcanzar el objetivo final.


    domingo, 25 de octubre de 2015

    RENACER: 10 Claves para una vida más plena y feliz

    CUANDO LA VIDA TE DICE QUE TIENES QUE DEVOLVER PARTE DE LO QUE TE DIO 


    Acabo de publicar un libro titulado "RENACER: 10 Claves para una vida más plena y feliz", un libro que me ha llevado años escribir y que podéis encontrar en www.renacerellibro.com

    Hace unos años como alto y exitoso directivo de una multinacional, sufrí un problema de salud muy importante y serio, afortunadamente sin consecuencias posteriores, provocado por un exceso de trabajo y de estrés. Tenía absolutamente todo desajustado: hipertensión, colesterol alto, triglicéridos disparados, ácido único alto, vamos un cuadro lamentable.

    Estuve ingresado durante un tiempo en el Hospital de La Paz, dio la casualidad que exactamente en la misma planta, en la misma habitación y en la misma cama que una amiga mía había estado un año antes con un problema cardiaco muy severo, provocado por un feocromocitoma (tumor en las glándulas suprarrenales). Tuve mucho tiempo para pensar. Vi la muerte muy de cerca y sentí que el fin había llegado. En los momentos más críticos doy fe que pasan imágenes por tu cabeza. Sentí que le había fallado a mi vida, que estaba en el camino incorrecto. Como estaba bastante sedado tuve mucho tiempo para pensar, ya que a pesar de todo mi cerebro funcionaba a la perfección. Durante muchos días pensé y pensé, e incluso soñé historias y, sobre todo, me trasladé a mi adolescencia, a aquellas conversaciones que mantenía con mi padre durante los fines de semana. Él había fallecido hacía algunos años, con tan solo 71 años, como consecuencia de varios derrames cerebrales. Mi vida estaba a medias y mi proyecto de vida, aunque el de mi empresa fuera de maravilla, podía irse al traste.


    Allí apareció el germen que dio como resultado el libro. Empecé a entender y a separar lo importante de lo urgente, lo esencial de lo prescindible, lo vital de lo intrascendente. Empecé ha escribir el libro unos meses después pero me daba cuenta de que lo que escribía eran mis deseos pero no realmente lo que estaba haciendo, no se estaba produciendo una verdadera transformación en mí. Empecé a investigar lo que la ciencia decía, las evidencias de hacer tal o cual cosa, la consecuencia de los comportamientos, de la actitud en la vida y a compartir mi experiencia con otras personas. Ello fue lo que me iluminó finalmente. Después de muchos años pude comprender que hay 10 claves que, de forma sencilla, te pueden ayudar a tener una vida más plena y feliz:

    1.- PERDÓN: Lo primero que aprendí es el enorme espacio que ocupa el rencor (especialmente aquel del que no somos conscientes) en nuestro cerebro, y cómo nos afecta sin que nos demos apenas cuenta. Es como un enorme lastre, como el de los barcos, que no se ve bajo la superficie, pero que está ahí. Y al igual que en los barcos un lastre excesivo, en lugar de servir para mejorar su estabilidad, nos hunde y nos invalida, nos hace “duros”.

    2.- SUEÑO: Entendí perfectamente que hay que tener un sueño superior en la vida, que hay que pararse a pensar qué es lo que queremos en realidad hacer en esta maravillosa oportunidad que nos ha dado el destino. Y me di cuenta de que yo no tenía ningún sueño superior, tan solo trabajaba en un mar de dificultades para salir adelante. Una hormiga más, con corbata, muy bien pagada, muy valorada, pero una hormiga más.

    3.- ORDEN: Siempre me había tenido por una persona organizada y con capacidad para organizar, pero era esta última faceta la que dominaba en mí. Dedicaba mucho más esfuerzo y talento a organizar a los demás que a organizarme a mi mismo, a poner en orden mis prioridades, a disponer de un método que me permitiera de forma sencilla deshacerme de los continuos fuegos que tenía que apagar. A mi alrededor, a los que yo les organizada su trabajo, y casi su vida, les parecía ir mejor que a mi, y es ahí donde me di cuenta de la razón: yo no me ponía orden a mí mismo.
      
    4.- AGRADECIMIENTO: Toda mi vida he sentido que he sido una persona afortunada. Nada me fue regalado, todo me costó mucho esfuerzo, pero la verdad es que cuando empecé a valorar realmente todo lo que tenía, me empecé a dar cuenta de que debía estar profundamente agradecido, a la vida y a las personas que me rodeaban. Pero también debía mostrar un enorme agradecimiento por tener la oportunidad de poder contemplar un amanecer o un día de otoño en el monte, con sus cientos de tonos ocres. Así fue como empecé a investigar todo lo que el agradecimiento puede hacer por nosotros.
      
    5.- ALIMENTACIÓN: Mi estado físico no daba mucho margen a la equivocación. Decidí que había que ponerse serio en este tema, no solo llevando un control adecuado de las variables médicas, sino entendiendo qué es lo que una buena alimentación, sana y equilibrada, puede hacer por nosotros. Las últimas investigaciones en este campo demuestran la relación, uno a uno, que hay entre una buena alimentación y un vida más plena y longeva.

    6.- EJERCICIO FÍSICO: Yo que había sido una persona deportista en mi juventud, abandoné por completo cualquier actividad regular debido a la falta de tiempo, a los compromisos continuos, pero en definitiva, como consecuencia de que no le daba suficiente importancia. La ciencia nos da en este momento la clave de cuan importante es el ejercicio físico para el equilibrio mental, para que nuestro cuerpo en posesión de salud, nos devuelva satisfacción, para poder movernos con soltura, sin pesadeces, evitando los dolores, las lesiones y activando nuestro organismo de forma que se vaya regenerando continuamente. Si a esto se le añade algo positivo como es la disciplina que conlleva, lo hace algo imprescindible.
      
    7.- PAZ INTERIOR: A medida que iba introduciendo mejoras y transformaciones descubrí que iba sintiéndome mejor, pero no acababa de comprender cúal era la parte de mi cuerpo donde ésto era fundamental. Y la descubrí: Mi Interior, lo que yo soy, lo que pone en la balanza el equilibrio entre mis expectativas y mis aspiraciones, lo que me eleva por encima de mi cuerpo, lo que me acerca y potencia mi parte espiritual. En definitiva, lo que me hace sentirme extremadamente bien, en paz.

    8.- COMUNICACIÓN: Tenía que expresar todo lo que estaba brotando en mí, y dado que mi espíritu estaba más tranquilo, me encontré de repente que escuchaba más que a hablaba. Fue revelador. Lo primero que me pasó es que fui consciente que la gente, en general, no sabe expresar lo que quiere; lo siguiente fue darme cuenta de que sus gestos dicen, a veces, mucho más que sus palabra; y lo tercero fue entender que, como yo mismo hacía, a la gente no le es fácil escuchar. Busqué estudios al respecto, investigué técnicas y entendí el funcionamiento neurocientífico del proceso de comunicación. Nunca más me abandonará el conocimiento adquirido y la importancia de comunicar bien nuestros sueños, nuestras necesidades, pero también nuestros miedos, sin olvidar nunca la importancia de escuchar y entender bien nuestro entorno.

    9.- DEDICARSE A LOS DEMÁS: Siempre había querido compartir y devolver de alguna forma todo aquello que yo había obtenido, siempre había deseado ayudar aquellos que habían tenido menos suerte, o simplemente que no habían sabido hacer, ayudarles de alguna forma. Me pregunté el por qué. No era tan solo yo, había mucha gente que quería hacerlo, pero ni sabían cómo, Nuevamente la ciencia me dio algunas claves. Numerosas investigaciones avalan la relación entre ayudar a otros, en una esfera de igualdad, Está en nuestros genes, es necesario para mantener la especie, y si no lo hacemos no dejamos que nuestros genes expresen su potencial.

    10.- AMOR: Siempre me habían dicho que la emoción más fuerte que había era el miedo, que el poder y el dinero movían el mundo, que la felicidad se alcanzaba siendo rico y que sentándote encima de tus posesiones te sentirías el ser más grande sobre la tierra. Sin embargo, durante mi vida veía, día a día, cómo el mayor sufrimiento, los peores desequilibrios humanos, las depresiones más importantes, incluso en los grandes triunfadores, se producían cuando estaban atenazados por problemas emocionales, ya sea porque no encontraban el amor o porque el amor les fallaba. Descubrí su enorme poder, lo investigué a fondo y me di cuenta de algo realmente impresionante: es el amor quien mueve el mundo.

    Así considero que fortaleciendo todos, o por lo menos algunos de estas claves podemos transformar nuestras vidas en más plenas y felices.

    En el libro, me han ayudado con su opiniones y entrevistas buenos amigos, personas muy relevantes en cada uno de los temas, pudiendo contar entre ellos con Irene Villa, víctima del terrorismo y escritora (Perdón) , María Marte, la primera mujer en tener 2 estrellas Michelin (Sueño), Javier Tejada, unos del los 20 físicos a nivel mundial más reputado(Orden), Cipri Quintas, restaurador de gran éxito y comunicador 1.0 (Agradecimiento), Rafael Ansón, Presidente de la Real Academia Gastronómica Española (Alimentación), Enhamed Enhamed, deportista ciego de élite español con más medallas que Michael Phelps (Ejercicio Físico), Javier Vasallo, ex-vicepresidente de Disney (Comunicación), Conrado Giménez-Agrela, Presidente y Fundador de la Fundación Madrina (Ayudar a los demás) y Pedro Puig, Presidente de SOS Aldeas Infantiles (Amor).

    Y por si fuera poco, el libro está prologado, como ni yo mismo hubiera soñado, por José Damián Bogas, gran amigo y Consejero Delegado de Endesa, empresa en la que desarrollé durante casi 30 años mi carrera profesional

    sábado, 28 de febrero de 2015

    Secuestro Amigdalino: ¡Qué mal rollo!

    El Secuestro Amigdalino

    Me gustaría hoy hablar de la gestión de las emociones y de un hecho curioso que sucede dentro de nosotros sin darnos cuenta, pero que tiene un alto impacto para nuestra salud y capacidad de crecer interiormente. El conocimiento que os trato de revelar es algo que se conoce desde hace tiempo, y que subyace a una larga lista de trastornos y patologías en el ser humano. Por si fuera poco tiene nombre, un nombre aterrador: ¡El Secuestro Amigdalino!


    Para que podamos entender mejor el concepto, debemos remontarnos a los ancestros del ser humano, incluso antes de que existiera el lenguaje y a sus mecanismos básicos de defensa. El cerebro de los mamíferos hace unos cien millones de años sufrió una transformación, evolucionando del delgado cortex hacia el evolucionado neocortex que rodea el cerebro interno, que debe plegarse sobre sí mismo para aumentar su superficie y por tanto almacenar mayor número de células neuronales y que es la región que coordina nuestros movimientos más precisos, que nos permite comprender lo que sentimo, que nos da una capacidad de razonamiento extraordinaria y lo mas importante, que es capaz de planificar a largo plazo, lo que influyó de forma definitiva en el desarrollo del intelecto. En el Homo Sapiens el neocortex es tan grande que incluso nos permitió adaptarnos a las adversidades mediante la capacidad de solucionar problemas altamente complejos. Se puede decir que hemos sobrevivido  gracias al talento del neocortex que ha envuelto y casi silenciado a nuestro cerebro ancestral, usurpando las funciones instintivas del cerebro primitivo que se encuentra en su interior, configurado por las estructuras límbicas y reptilianas. A modo de ejemplo podemos diferenciar lo que hace el sistema interno del cerebro, que controla el deseo sexual y el placer, con lo que hace nuestro cerebro externo, el neocortex, que nos habilita para la creación de un vínculo emocional fuerte, el amor, por ejemplo entre madre e hijo.














    Sin embargo, el funcionamiento del neocortex es tan perfecto que anula, o mejor dicho enmascara aparentemente, al sistema primigenio que controla nuestros instintos. Cuando nos enfrentamos a una amenaza real, como por ejemplo encontrarnos de repente con un león cara a cara, nuestro sistema límbico, gestionado básicamente por nuestras amígdalas cerebrales (no confundir con las anginas, ver foto), reacciona en milisegundos, poniendo en marcha una serie de mecanismos automáticos que nos preparan para aumentar nuestra supervivencia: inyecta adrenalina en nuestra sangre, modifica los angiotensores dilatando los vasos sanguíneos que alimentan los músculos, disminuye el riego sanguíneo de nuestro neocortex y en concreto el lóbulo frontal, aumenta el pulso cardiaco, modifica el nivel glucosa y triglicéridos de la sangre, aumenta el colesterol generado por el hígado para su consumo inmediato, etc. En definitiva, nos prepara de forma instantánea para poder huir a toda velocidad del peligro.
    ¿Pero qué es lo que sucede cuando tenemos a un jefe que nos pide resultados que no podemos alcanzar, cuando no llegamos a fin de mes con el sueldo que tenemos, cuando estamos en una reunión y no somos capaces de que se entiendan nuestros argumentos y de ello dependa nuestro futuro, cuando llegamos tarde a una cita porque estamos parados desde hace una hora en un atasco? Pues básicamente lo mismo. Nuestros sistema límbico y reptiliano, no entran de forma inmediata, sino que nuestro neocortex mediante sus estrategias de planificación y resolución de problemas, induce un estado de ansiedad que la amígdala interpreta como un peligro mayor que en lo que realidad es, puesto que la mayoría de las veces no es nuestra supervivencia propiamente dicha la que está en juego, sino simplemente el ajuste al plan establecido por el neocortex. Es tal la fuerza del neocortex por alcanzar el objetivo seleccionado que induce una señal de peligro al sistema límbico que se activa de inmediato.

    Es decir, activamos nuestro sistema de supervivencia evolutivo cuando no es necesario, pues no tenemos que activar los músculos, no debemos disminuir el riego del lóbulo frontal del cerebro, ni tampoco aumentar nuestro ritmo cardiaco y mucho menos producir más colesterol y triglicéridos en la sangre. Resultado: Un desastre para nuestro organismo. Por si fuera poco, cuando nos encontramos de repente con un león, el proceso de sobrevivir o morir dura escasos minutos, mientras que el vernos acosados por nuestro jefe o sentir que no podremos pagar la hipoteca, con la posibilidad de perder nuestra vivienda, nos mantiene en este estado durante horas o incluso semanas o meses. Por tanto, hemos quedado secuestrados por nuestra amígdala. Y este secuestro tiene efectos devastadores para nuestra memoria, capacidad de planificación (¿quién planifica cuando tiene un león en frente que te mira como su aperitivo?), nuestro sistema cardiovascular,etc.


    Es por tanto importantísimo identificar, tomar conciencia de cuándo nos encontramos en una situación de secuestro amigdalino, poner a trabajar nuestro potente neocortex en estrategias para poder relativizar los riesgos o peligros que no existen verdaderamente para nuestra supervivencia. Existen así mismo indicios fisiológicos que nos muestran que podemos estar en esa situación, tales como falta de memoria, excitación, palpitaciones, falta de concentración en los planes de futuro, confusión mental, sudoración de manos, dolores frecuentes de cabeza y una larga lista de síntomas asociados a los estados de ansiedad que reconocemos con la experiencia de la auto observación.

    La neurociencia nos ha enseñado que existen algunos pequeños trucos que se han probado eficaces contra el secuestro amigdalino ya que incrementan los niveles de oxitocina, lo que provoca que se desconecte el control de la amígdala sobre nuestro organismo. Algunas de estas actuaciones son: el andar deprisa o subir y bajar escaleras (en general esto significa que el deporte ayuda a controlar el secuestro amigdalino), hablar con alguien y ser escuchado a cerca del problema que tenemos (estrategia muy femenina en la que no es necesario que se den soluciones, tan solo ser escuchado) y utilizar el humor como válvula de escape ante situaciones estresantes.